lunes, 31 de enero de 2011

Ciegos ante las tragedias

Don Jorgito el Inglés (George Borrow, 1803-1881) fue el mejor amigo de los gitanos españoles durante el siglo XIX. Anglicano convencido, agente de la Sociedad Bíblica, pero también viajero impenitente y aventurero, tradujo los textos bíblicos al caló y escribió deliciosas páginas sobre sus aventuras al lado de los gitanos españoles.

Sus admiradores se cuentan por millares, empezando por Winston Churchill o el presidente Teddy Roosevelt. El propio Manuel Azaña tradujo algunas de sus obras principales, La Biblia en España entre ellas. Era citado con reverencia en el Parlamento británico y elogiado como experto por Charles Darwin.

Probablemente, nadie como él para dignificar la vida del pueblo gitano a los ojos de una sociedad occidental para la que eran totalmente desconocidos. Pero claro, sus obras se escribieron hace tantos años...

Creo que a Don Jorgito le hubiese causado mucha pena ver cómo el devenir del pueblo gitano ha seguido desarrollándose tras el velo de la ignorancia.

El pasado jueves un gitano holandés, Zoni Weisz, fue el orador principal en el parlamento alemán durante la conmemoración de la liberación del campo de concentración nazi de Ausschwitz hace 66 años. Weisz definió el Holocausto gitano (el Samudaripen) como "el holocausto olvidado".

La matanza de 250 niños gitanos usados como conejillos de indias para experimentos en el campo de concentración de Buchenwald marcó el inicio de este holocausto ignorado. Corría el año 1940, cien años después que Don Jorgito se embarcara de nuevo para Inglaterra, dejando en España un recuerdo imborrable, especialmente en el corazón del pueblo gitano.

Los prejuicios no solamente deforman la realidad sino que en ocasiones producen un efecto ceguera. Colectivos humanos enteros aparecen invisibles ante nuestros ojos. Guerras lejanas solamente nos traen cifras de muertos, pero pocas veces el rostro lloroso de una madre que ha perdido a su hijo. Enfermedades mortíferas solamente retornan a los medios de comunicación cuando la víctima es alguna estrella del deporte o del espectáculo.


Vale la pena releer las aventuras de Don Jorgito entre los gitanos para redescubrir a un pueblo vecino nuestro, "los hospitalarios gitanos errabundos, hermanos de todos los perseguidos", como los definiera Blas Infante. O como el propio Borrow tuvo a bien proclamar, tal vez el pueblo más perseguido por la tragedia, pero como nosotros hijos de un mismo Dios.


 

lunes, 24 de enero de 2011

Quizás

Michael Crichton, el genial escritor de ciencia ficción, elaboró una lista no exahustiva de mitos modernos en su obra Un Mundo Perdido.

Estos son los mitos citados por Crichton:

1. En la base de Wright-Patterson (Ohio) se guarda la nave extraterrestre de Roswell.
2. En una base secreta en Sibería hay niños rusos capaces de matar a personas a distancia.
3. Los extraterrestres son los autores de las líneas de Nazca.
4. Los fabricantes de automóviles ocultan un carburador capaz de recorrer 70 kms. con un solo litro de gasolina.
5. La CIA creó el SIDA para acabar con la homosexualidad.
6. Nicolás Tesla descubrió un nuevo tipo de energía potente y baratísima.
7. En Estambul hay un libro del siglo X con una imagen de la Tierra vista desde el espacio.
8. En el Instituto de Standford ocultan a un hombre que resplandece en la oscuridad.

Estos mitos modernos pueden parecernos muy inocentes, incluso naïfs. Pero hay otros mitos más peligrosos, especialmente políticos, religiosos o económicos, que aún siguen dando sus últimos estertores.

Aunque parezca mentira, todavía hay personas que creen en el Che Guevara, el Libre Mercado, el Estado de Bienestar, la Sana Doctrina o Don Santiago Bernabéu.

Juan Carlos Mariátegui escribió: "el hombre se resiste a seguir una verdad mientras no la cree absoluta y suprema (...) Hay que proponerle una fe, un mito, una acción."

Vista la quiebra general de confianza a la que estamos asistiendo no le doy muchos años de agonía a estos mitos. Creo que el funeral abrirá un nuevo futuro para el liberalismo y el pensamiento crítico.

Cuando los mitos se desmoronan y el sistema se resquebraja, cuando llega lo que parece ser la Suprema Crisis y la adultez se cierne sobre el hombre eterno adolescente, la brecha abierta permite al liberalismo expandirse y pilotar la transición.

Tal vez para eso hemos nacido los liberales, para tiempos realistas en los que ya pocos siguen a una bandera que se agita.

Claro que afirmar algo así sería tanto como decir que está llegando la hora de los liberales y quizás eso, a fin de cuentas, no sea más que otro mito.


jueves, 20 de enero de 2011

Puertas abiertas

Hace años que me preocupa el tema de los niños que viven en las prisiones en algunos países de América Latina. Es una realidad totalmente injusta contra la que hay que luchar.

Es una aberración que un niño viva su infancia en prisión porque papá o mamá han sido condenados y no tiene ningún otro lugar donde vivir. La prisión no puede ser nunca un hogar, aunque en ella se reúna toda la familia; porque la vida en familia se caracteriza por la privacidad y la prisión es precisamente la antítesis de la privacidad.

Uno de los mejores ejemplos de lucha para dar una vida digna a los niños con padres presos es la Casa Dorcas en Tijuana (México). Aún viven 500 niños en las prisiones de Tijuana. Ningún hogar infantil acepta a los niños de las prisiones. Excepto la Casa Dorcas.

Allí el trabajo abnegado de educadores y voluntarios ha permitido que, desde hace casi diez años, muchos niños y niñas hayan encontrado un hogar y un futuro fuera de la prisión. Actualmente viven en la Casa Dorcas 40 niños y niñas entre los 2 y los 18 años.

La iniciativa para construir y sostener económicamente a la Casa Dorcas proviene de la Catedral Anglicana de San Diego (USA). Es una congregación muy numerosa y activa, comprometida con Jesús y con su prójimo, encarnando el mensaje del Evangelio. Es también una congregación inclusiva, con más de un 30% de sus miembros gays, y este dato me ha hecho reflexionar.

Teológicamente me siento una persona más bien tradicional, pero he captado el mensaje. Sin el compromiso de los gays cristianos de San Diego, hoy 40 niños de Tijuana seguirían viviendo una infancia y adolescencia entre rejas.

Creo que Dios nos está hablando, en este mundo tan interconectado, diciéndonos que cerrar las puertas de la Iglesia a un determinado colectivo puede significar echar el cerrojo al futuro de muchos inocentes.

Como Pedro en la visión que se narra en Hechos 10, acaso a la Iglesia le haya llegado la hora de repensar seriamente si tiene el derecho de llamar a alguien "inmundo".


lunes, 17 de enero de 2011

Alzando la mirada

He acabado de leer Los Pilares de la Tierra, de Ken Follet, una obra sobre la construcción de una catedral gótica en la Inglaterra medieval. Las estadísticas sobre este libro son impresionantes: uno de cada ocho españoles lo ha comprado y también uno de cada sesenta habitantes del planeta. ¡Alucinante!

Claro que no es literatura de vanguardia, pero el libro apunta en la misma dirección que las catedrales: a lo alto, más allá (aún siendo Follet ateo confeso). Tras describir existencias cotidianas con sus miserias y sus glorias, culmina con la gran catedral por fin consagrada y radiante en su esplendor.

Como es un libro muy voluminoso he tardado bastante tiempo en leerlo. Sus personajes me han acompañado en varios meses de mi vida, compartiendo yo también con ellos mis glorias y mis miserias.

Ahora que lo he acabado no dejo de pensar en ese más allá al que apuntan las catedrales, esa vida trascendente que envuelve nuestra vida cotidiana y le da sentido.

Cuando el ser humano ha puesto su vista en el horizonte o ha alzado la mirada al cielo, su vida se ha dignificado. Telescopios, microscopios y brújulas nos han llevado a romper fronteras y a humanizar nuestra existencia.

Las catedrales son un monumento a la grandeza del hombre que las ha construído y a la grandeza de Dios, quien ha puesto en nosotros esa inquietud por la trascendencia.

¡Qué pena cuando el ser humano sólo mira el polvo de sus zapatos!

lunes, 10 de enero de 2011

"You talkin' to me?"

Nada más regresar de USA abro los periódicos y leo la noticia del tiroteo de Tucson. De nuevo un ciudadano aparentemente en sus cabales se obsesiona contra un representante político (no quiso contestarle a una pregunta en un acto público) y acaba provocando una masacre. Seis muertos, entre ellos una niña de 9 años.

Confieso que no llego a entender las medidas de seguridad, las alertas naranjas ni nada de lo que envuelve la obsesión por la seguridad norteamericana.

Continental Airlines me retuvo en el aeropuerto, en un control aleatorio de seguridad, durante una hora y media; separándome de mi familia y obligándome a entrar sin ellos en el avión, escoltado por vigilantes armados y acompañado por otros cinco ciudadanos igualmente perplejos, víctimas como yo de la aleatoriedad de un ordenador y de la obsesión por el enemigo exterior.

Cuando estuve visitando, ya hace años, el Oklahoma City National Memorial (escenario de otra tragedia, la explosión de un camión bomba que causó la muerte a 168 personas) había toda una sección del museo dedicada a "Lecciones aprendidas". Hablaban de cómo gestionar una crisis médica, cómo dar consejo a las víctimas, la forma en la que la policía llegó a detener al terrorista (otro aparentemente "buen ciudadano" americano)...

Pero no vi nada que hablase de cómo defenderse del enemigo interior. Los escaners en los aeropuertos no evitarán que más Travis Bickles (el protagonista de Taxi Driver) se lancen a las calles en busca de su propio sentido de la justicia. Hacen falta otras medidas.

Sentado en un corto trayecto en transporte público en Dallas se me acercó un veterano de Afganistán y empezó a hablarme sobre su infancia, mostrándome fotos de cuando tenía 8 años. Me explicó la película de televisión que había visto la noche anterior, la mejor forma de hacerse un piercing, etc. Decir que parecía trastornado sería demasiado obvio. Sí, daba miedo; pero entrar en alguna de las muchas Iglesias furibundamente fundamentalistas de USA y ver un panel donde te explican que la Constitución norteamericana es demasiado liberal también hiela la sangre.

Algo anda mal en el corazón de América y es algo más grave que un exceso de colesterol.