jueves, 27 de marzo de 2014

Liderazgo coherente, liderazgo eficaz

El liderazgo en política juega muchas veces un papel determinante, especialmente en situaciones de crisis.

Si el lider encarna coherentemente los valores que dice representar, todo marcha sobre ruedas. Pero si no...

Fijémonos en lo que ocurrió durante la II República. El lider del centro era Alejandro Lerroux, demagogo y corrupto. Así, el centro no pudo resistir los embates de una izquierda inmadura y una derecha rencorosa, y fue incapaz de servir a su vocación reformadora y garante de la paz social.

Ahora mismo en Catalunya los líderes de una posible tercera vía en el tema del encaje entre Catalunya y España son políticos que usan palabras huecas (Pere Navarro) o que parecen sostener un discurso interesado, procedente directamente del pasado (Duran i Lleida). Su credibilidad es muy baja así que la tercera vía sigue sin arrancar pues no recluta adepto alguno.

Más grave aún es el intento de apropiación del espacio de centro en España por lideres jacobinos como Rosa Díez, beligerantes contra cualquier tipo de acuerdo. ¿Se puede representar al centro y rechazar conceptos como diálogo, negociación, etc? Esa incoherencia no le saldrá gratis y hará implosionar el proyecto más pronto o más tarde.

La nostalgia de Adolfo Suárez es precisamente nostalgia de la coherencia, de la coherencia eficaz.

Un lider que promueva el diálogo dando él el primer paso de escuchar a todos. Un líder que invite a hacer esfuerzos siendo él el primero en arriesgar su prestigio. Que pueda prometer y cumpla, que pueda retar y remueva así actitudes y conciencias. Así salió adelante la Reforma Política, los Pactos de la Moncloa, la Constitución...

Kennedy fue también un paradigma de esta coherencia política eficaz. Pudo llamar a la sociedad a la aceptación de los Derechos Civiles porque comprometió en ello todos sus esfuerzos y los de su Administración. Pudo hablar a su pueblo con claridad y decirles: "Nos vemos enfrentados primordialmente a una cuestión moral. Es tan antigua como las Escrituras y tan clara como la Constitución estadounidense.Lo esencial del asunto es si se debe proporcionar a todos los estadounidenses igualdad de derechos e igualdad de oportunidades, si vamos a tratar a nuestros compatriotas estadounidenses como queremos que nos traten a nosotros. Si un estadounidense, por tener la piel oscura, no puede comer en un restaurante público, si no puede enviar a sus hijos a la mejor escuela pública disponible, si no puede votar por los funcionarios de gobierno que lo van a representar; si, en pocas palabras, no puede disfrutar de la vida plena y libre que todos nosotros deseamos, entonces, ¿quién entre nosotros estaría dispuesto a cambiar el color de su piel y ponerse en su lugar? ¿Quién entre nosotros se sentiría feliz con las recomendaciones de tener paciencia y los aplazamientos?"

Solamente cuando alguien se pone el el lugar de los demás es que puede entender la necesidad de cambios y voluntariamente renunciar a sus privilegios. Suárez lo hizo, Kennedy también, y por eso pudieron invitar a sus sociedades a seguir su ejemplo y cambiar su Historia. Nostalgia...


sábado, 22 de marzo de 2014

Como debe ser

Estaba a punto de montarse en su coche. Había acabado un acto más de campaña en un pueblecillo de la Catalunya que se alinea al pie de la carretera nacional 340.

Eran las elecciones autonómicas de 1988 y el Presidente Suárez se pateaba tierras catalanas pidiendo el voto para los candidatos del CDS.

Yo era un joven de 19 años que acompañaba al Presidente a todos los actos que podía. El CDS era un partido pequeño, todos hacíamos de todo en la campaña; y especialmente los jóvenes, que nos ofrecíamos voluntarios para cualquier tarea.

Alguien elevó la voz para preguntar: "¡Presidente! ¿cuántos escaños sacaremos el domingo?"

El presidente Suárez se giró justo antes de introducirse en su asiento y haciendo un gesto circular con sus dedos pulgar e índice unidos, sin dejar de sonreir, dijo: "¡Rosco!"

El coche arrancó y yo me quedé estupefacto.

Estábamos trabajando duro, muy duro. Quizás más que nadie el propio Adolfo Suárez. Y fuera de los focos, apenas siendo oído por tres o cuatro personas, cuando alguien le pregunta por su pronóstico electoral el Presidente apuesta por cero escaños. O sea, el fracaso absoluto. Frustrante.

Pocos días después la realidad hizo fallido este pronóstico. El CDS obtuvo tres diputados en el Parlament de Catalunya, ciertamente un éxito para un partido pequeño, sin recursos económicos ni humanos, sostenido casi en exclusiva por la ilusión de sus cuadros.

Me alegré, sí. Pero mi cabeza seguía dándole vueltas a aquel "rosco"...

¿Qué hacía ese hombre, antaño tan poderoso, derrochando abrazos y pronunciando discursos en los casinos de pueblos de comarcas, si creía que no íbamos a sacar ni un solo parlamentario?

Con la perspectiva del tiempo, he llegado a la conclusión que la conducta de Adolfo Suárez estaba arraigada en una firme moral kantiana. 

Una moralidad que no se nutre de la seguridad de la victoria ni persigue el propio interés. Una moralidad basada en el cumplimiento del deber.

Ése fue el lema de su partido, el CDS, al comparecer en sus primera cita electoral: "Como Debe Ser".

Adolfo Suárez se comportó como debe ser al desmontar un sistema autoritario y legalizar todas las opciones ideológicas.

Se comportó como debe ser al quitarse de en medio y dimitir cuando vio que nuestra joven democracia podía peligrar con su permanencia.

Se comportó como debe ser cuando se negó a tirarse al suelo y mantuvo la dignidad de todo un país frente a las armas de los golpistas.

Suárez creía que las reformas iniciadas en la Transición no habían sido suficientes. Así que allí estaba él, de pueblo en pueblo, pidiendo el voto para acabar la tarea inacabada, quizás inacabable...

Sin espacio para el desaliento, aunque el panorama se presentase poco alentador. 

Como debe ser.

Ahora que su vida se apaga, quiero agradecerle esa inspiración para seguir luchando con una sonrisa aun por las causas perdidas. 




martes, 4 de marzo de 2014

La tentación de prohibir

En mi ciudad el pleno municipal ha decidido prohibir que las personas se tapen la cara en lugares públicos. El alcalde ha dicho que en nuestra cultura las personas van con la cara destapada.

Dejando de lado el añadido del posible sentido figurado de la frase (que la volvería más falsa que un billete de 30 euros) el episodio no es más que otra vuelta de tuerca al afán prohibicionista.

Desde el intento de prohibir los animales en los circos, hasta las sanciones a la prostitución, las aceiteras en los restaurantes o el tabaco en los lugares públicos, todo se encamina a una apoteosis de la prohibición como forma de volver a sacralizar la política, en tiempos en los que los políticos están más que cuestionados. 

Un grupo de políticos decide que algo que un grupo de ciudadanos hace sería mejor (¿para quién?) que dejasen de hacerlo. Entonces ponen en marcha todo el peso de la maquinaria administrativa y estatal para conseguir su propósito.Se esperan aplausos.

Lerroux exhortaba en su juventud a sus ordas leales a invadir los conventos al grito de "elevemos a las novicias a la categoría de madres". Durante la II República fomentó la represión del sindicialismo. Murió siendo un propagandista del régimen de Franco y un entusiasta de las potencias del Eje..

Quizás no supo articular en una ideología concreta su gusto por la política de golpes de efecto, basada en la imposición de sus ideas; pero a eso mismo Emilio Gentile lo llamó fascismo ("la sacralización de la política por medios autoritarios").

Ocurre que la tentación de prohibir es más fuerte aún que la tentación por lo prohibido...

                           (Foto: matrimonio católico celebrado por el rito mozárabe)

lunes, 3 de marzo de 2014

Dos visiones desde el espacio

Me gustó "Gravity". Me alegro que triunfase en los Oscars de este año. La odisea de alguien por volver a pisar la tierra, por estar arraigada, por ponerse de nuevo en pie, latiendo, respirando, viviendo. Una mirada interesante a nuestro mundo, nostálgica y esperanzada a la vez.

Fuerte contraste con otro gran clásico: el comandante Tom de David Bowie en Space Oddity. Después de una misión exitosa, flotando en el espacio, Tom acepta que su destino está más allá de las estrellas y emprende el viaje más largo.

¿Con cuál me quedo? Con ambas, por supuesto, corrección política ante todo... ;-)



PD: Si alguien está sospechando que en realidad prefiero la canción de Bowie a la película de Cuarón, quizás podrá comprender porqué me atraen más Platón y "las cosas de arriba" al ver esta noticia: http://www.news.com.au/entertainment/movies/hilarious-oscars-commercial-for-gravity-completely-spoils-the-ending/story-e6frfmvr-1226818783053