viernes, 20 de febrero de 2015

Elijo devolverlo

Siempre he pensado que las ideas liberales deben estar presentes en el debate político en Catalunya y en España. 

Cuando era jovencito milité en el partido del presidente Suárez, el CDS, y en los últimos años he tenido el carnet de un pequeño partido liberal, el P-Lib. En ningún caso para hacer "carrera política" sino por un compromiso con mis ideas. 


Voy a devolver el carnet del P-Lib. 


Los colegas de partido, viendo las dificultades para que las ideas liberales vayan avanzando en estas tierras, se han decantado por la salida libertaria. Es decir, han elegido plantear un órdago a todo el sistema,  proponiendo un mundo ideal edificado a la medida de un cierto "snobismo/anarquismo de derechas".


Ellos, como los marxistas e iluminados del siglo pasado, también esperan la revolución.


Yo no.


Yo me siento más identificado con el pensamiento expresado por Raymond Aron: 


"Adopté una actitud que ha seguido siendo la mía siempre, con modificaciones según las circunstancias. Esto es, no tengo ningún afecto por los conservadores y los hombres de derechas, estoy en contra de la revolución violenta e intento en un mundo mezquino mejorar lo que se puede mejorar. Es del todo decepcionante, estoy de acuerdo, es del todo decepcionante y lo sé, no es el tipo de cosas que entusiasma a las masas, ni siquiera a los jóvenes..."


En el mundillo liberal hay montones de etiquetas expresando matices ideológicos. El P-Lib ha decidido llamarse ahora Partido Libertario. Quizás mi etiqueta sea la de "liberalismo decepcionante", no lo niego.


Pero si tengo que elegir entre Groucho Marx ("Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros") y Martín Lutero ("No es seguro ni honesto hacer algo contra la conciencia. No puedo hacer otra cosa, ésta es mi postura"),  yo lo tengo claro.

Ya he elegido.