Ayer un niño mató a un profesor e hirió a varias personas en el instituto donde recibía clases. Llegó a clase armado con ballesta, cuchillos y un cóctel molotov...
Desde ese momento, una avalancha de disculpas han intentado sepultar la obviedad de que el Mal existe y que los niños son bien capaces de escogerlo.
La decisión del niño aparece empujada por series televisivas, brotes sicóticos, o cualquier cosa más digerible para nosotros que aceptar que lo hizo porque quiso hacerlo.
Hay que racionalizar lo ocurrido y aproximarlo lo más posible a la categoría de "accidente", más que lamentable pero menos sobrecogedor.
En esta sociedad inmadura en la que vivimos, seguimos viendo en la infancia y la primera juventud una Arcadia feliz, Los años nos alejan de ella, pero seguimos intentando alcanzarla e imaginándola como nunca fue
Seguro que aún no es tarde para que Max arroje las malas hierbas de su vida, pero será imposible que lo haga si seguimos hurtándole las llaves del jardín.
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