viernes, 1 de mayo de 2015

Nunca digas

Hoy es el Día del Trabajador.

Estuve visitando en el hospital esta semana a un antiguo acróbata que tuvo que someterse a una operación de columna. Le pusieron cuatro clavos y dos placas de titanio para evitar el riesgo de una parálisis permanente. Tiene 70 años.

Al saber la noticia de la operación, mi impulso fue escribirle a un amigo acróbata, de sólo 16 años, y decirle: "Porfa, cuídate".

En su respuesta mi amigo me explicó que él tiene ya una hernia discal...

No dudo que pueda haber trabajos con mayor desgaste (no sé, minero por ejemplo) o con una tensión psicológica más intensa (tal vez controlador aéreo), pero el trabajo en el circo es el más exigente y esforzado que yo conozco.

¿Por qué? Porque no tiene límites.

Me gusta la canción de Bruno Mars "Never Say You Can´t" y se la quiero dedicar a todos los trabajadores del mundo del circo.

En ella se revela el secreto del combustible que alimenta el motor interno de todo artista circense.

Es un secreto transmitido por generaciones, de padres a hijos: "Nunca digas no puedo".

Yo doy gracias a Dios por mi amistad con las gentes del circo; porque a través de su esfuerzo y su trabajo puedo oír en mi conciencia la voz del Padre celestial, diciéndome también a mí cuando la vida me pone a prueba: "Nunca digas no puedo".



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