martes, 25 de agosto de 2015

No se irán


Sargis (en el centro de la foto) vive en el norte de Irak y es scout. Sus antepasados fueron los asirios, los constructores de toda una civilización.

Sargis es cristiano y canta en el coro de su parroquia, la Iglesia de María Virgen. Es diácono y sirve a su comunidad.

Su compromiso con los derechos civiles le ha llevado al activismo político desde las filas del Movimiento Democrático Asirio.


La vida de Sargis está en peligro pues ISIS y otros fanáticos varios, con la complicidad de varios gobiernos, están cometiendo atrocidades muy cerca de donde él vive.

Hoy nos escribíamos y yo le decía que debería cuidarse y pensar si no sería mejor tomar las maletas y salir de allí. Esto es lo que me respondía: 

"Nosotros permaneceremos en Irak y resistiremos porque somos la población original de Irak. Somos iraquíes y no saldremos de nuestra civilización, nuestra Historia y nuestras Iglesias".

Que Dios le proteja a él, a su familia y a sus vecinos, y nos abra a nosotros los ojos para que veamos lo que está sucediendo en Oriente Próximo y alcemos la voz en defensa de la libertad de todos los Hijos de Dios.


(En el vídeo, la agrupación scout de Sargis jugando al aire libre)


miércoles, 12 de agosto de 2015

Pioneros de la reconciliación (II)


En mi anterior entrada en este blog lamentaba el desdén de la "intelligentsia" de la España liberal (los "progres" de la época) ante la mano tendida por el cristianismo protestante en el siglo XIX. 

Me gustan los ejercicios de Historia-ficción, así que la siguiente y muy lógica pregunta sería ésta: ¿qué hubiera ocurrido si se hubiera producido una entente entre carlistas y protestantes? 

Bien analizado, no parece una sugerencia tan descabellada. 

La Iglesia católico romana utilizaba al carlismo como punta de lanza en la defensa de sus intereses, pero en todo momento procuraba estar a bien con la élite gobernante isabelina. 

La Iglesia Española Reformada Episcopal se proclamaba continuadora de la Iglesia española, visigoda y mozárabe. No reclamaba novedad teológica alguna sino que pretendía ser la genuina manifestación de una Iglesia española purificada de errores doctrinales y de complicidades con el poder temporal.

Carlistas y reformados compartían un legitimismo que les motivaba.

En Centroeuropa las masas campesinas fueron las que hicieron posible la apuesta de los príncipes luteranos por la Reforma. 

En Inglaterra fueron también los campesinos de las tierras comunales quienes vieron con más recelo la revolución puritana, en la añoranza de una monarquía que garantizase sus derechos históricos y que en la figura de Carlos I resultó demasiado titubeante.

El general Prim, al triunfar la Revolución Gloriosa de 1868, se reunió con Juan Bautista Cabrera (quien sería el primer obispo no católico romano de España) y le dijo que ya podía sentirse libre para recorrer España con la Biblia bajo el brazo.

Si las masas populares atraídas por el carlismo se hubieran propuesto no solamente purificar la vida política sino también purificar la Iglesia, al estilo del jansenismo del siglo anterior, España habría tenido su propio camino hacia la modernidad. Un camino marcado por el diálogo entre Tradición y Progreso en lugar de la imposición de soluciones maximalistas y excluyentes.

El apretón de manos entre Prim y Cabrera fue importante pero un abrazo entre Cabrera y Juan de Borbón y Braganza (Juan III) hubiera cambiado por completo nuestra Historia.



lunes, 10 de agosto de 2015

Pioneros de la reconciliación


En la España del siglo XIX ser fiel a las propias creencias religiosas significaba oponerse al liberalismo. La Iglesia Católica se comportaba como un bastión de la contrarrevolución y un enemigo férreo de toda doctrina liberal.

Por su parte, el liberalismo no podía entenderse sin su componente anticlerical. No había enemigo mayor para su causa que los predicadores que adoctrinaban a las masas en la añoranza del Antiguo Régimen.

El choque entre carlistas y liberales marcaría toda la Historia de  la España decimonónica.

Estuve visitando este fin de semana el Museo del Carlismo en Estella. Un lugar extraordinario, didáctico y apasionante, aunque eché en falta más información sobre la evolución ideológica del carlismo. 

El Concilio Vaticano II significó una sacudida para los legitimistas: de pronto entraban nuevos aires de libertad por las ventanas del catolicismo romano que revolucionarían su entendimiento de la fe. 

Los carlistas consecuentes evolucionaron hacia un progresismo filosocialista de la mano del pretendiente Don Carlos Hugo, a la vez que el liberalismo había mutado ya su anticlericalismo en una laicidad no beligerante (al menos en apariencia).

Pensaba en todo esto mientras me preparaba para predicar en la Iglesia anglicana de Pamplona, territorio carlista por excelencia. 

¿Cuáles fueron los orígenes del anglicanismo autóctono español? Un íntento por reconciliar Tradición y Progreso.

Juan Bautista Cabrera y los demás iniciadores de la Iglesia Española Reformada Episcopal querían construir un cristianismo que tuviese por enemigo no al liberalismo sino a la ignorancia espiritual. Un cristianismo arraigado en una tradición mucho más antigua que la Imperial e inquisitorial: el cristianismo de la antigua Iglesia española visigoda y mozárabe.

Tristemente, la España liberal no entendió el supremo esfuerzo de Cabrera y los suyos por reconciliar una fe sincera con el mundo moderno. Si el carlismo podía ser intransigente resultó serlo más aún el grosero anticlericalismo, incapaz de distinguir los matices entre las diferentes manifestaciones del cristianismo. La mano tendida por los anglicanos españoles fue acogida con educada indiferencia, cuando no desdén, por la "intelligentsia" de la España liberal, y este hecho está entre las causas que impidieron detener el horror de nuestra Guerra Civil.

Aunque fracasaron en su intento, me siento orgulloso de ser miembro de la Iglesia Española Reformada Episcopal y descendiente espiritual de aquellos esforzados pioneros de la reconciliación.



sábado, 1 de agosto de 2015

In memoriam

Algo se vuelve clásico cuando coincide con la imagen ideal que tenemos de las cosas.

Por ejemplo, el Partenón es todo un clásico porque cuando pensamos en columnas se nos viene a la mente la figura de un templo griego sobre un monte.

La 5ª sinfonía de Beethoven lo es porque la música que viene a nuestra mente cuando pensamos en una orquesta sinfónica es ese inolvidable "tatatachán".

Para todos los que fuimos sus alumnos, profesor-profesor, lo que se dice un maestro de verdad, lo era el profesor Cosials; todo un clásico.

Si se espera de un maestro que sea un buen pedagogo, que contagie el amor por la cultura y el aprendizaje, y a la vez que sea un buen mentor y consejero en la aventura de la vida, todo eso lo cumplía sobradamente el profesor Cosials.

Además, daba su tiempo a la educación más allá de los límites de una jornada laboral standar, promoviendo el teatro entre sus alumnos, el cine-club, la creación literaria, la música...

No tengo ni idea de cómo se las habría apañado para que la actual generación se interesase por el visionado de "Fresas Salvajes", pero seguro que lo habría conseguido, como lo consiguió con nosotros.

La historia de Bergman sobre el viejo profesor que se reconcilia con la vida era una de las películas favoritas del señor Cosials.

En una de sus escenas, la del almuerzo, se puede escuchar este poema:

¿Dónde está el amigo que busco por doquiera?

Cuando apunta el día 
mi inquietud también aumenta,
cuando el día muere lo busco todavía.

Aunque el corazón me abraza
yo voy siguiendo sus huellas
en cualquier brote de vida,
el aroma de la flor,
la esbeltez de la espina;
en el suspiro que lanzo
y en el aire que respiro
está presente su amor
y oigo cantar su voz en el viento...

Ayer ese Amigo llamó al profesor Cosials a su hogar definitivo, añadiendo a su biografía el sello que hace incuestionable su condición de clásico; la inmortalidad.

Gracias profesor Cosials por tanto.