domingo, 17 de julio de 2016

Resistiendo al odio

Mañana es 18 de julio, ochenta años desde el inicio de nuestra guerra. Una locura que describió muy bien Julián Besteiro en un testimonio de sinceridad: “No puedo hablar porque no me consentirían decir lo que siento y pienso, a saber: que los españoles nos estamos asesinando de una manera estúpida, por unos motivos todavía más estúpidos y criminales” (El Socialista, 1938)
Una estúpida tragedia en la que la mayoría participó por simples motivos geográficos, reclutados forzosamente, y manipulados por minorías fanatizadas o interesadas egoístamente en una victoria a toda costa:«En los primeros meses del conflicto, unas 120.000 personas se presentaron voluntarias para luchar por la República. Al final de la guerra y tras las levas eran 1.700. 000 hombres. Los nacionales, por su parte, reunieron en el verano de 1936 a unos 100.000 voluntarios. En abril de 1939 eran 1.260.000 hombres». James Matthews, «Soldados a la fuerza. Reclutamiento obligatorio durante la Guerra Civil. 1936-1939» (Alianza Editorial)
Casos ejemplares de resistencia a la manipulación hubo muchos. Un ejemplo de ellos: el político moderado Luis Lucia. El mismo día de inicio de la guerra escribe este telegrama: "Madrid. Ministro Gobernación. Como ex ministro de la República, como jefe de la Derecha Regional Valenciana, como diputado y como español, levanto en esta hora grave mi corazón por encima de todas las diferencias políticas para ponerme al lado de la autoridad que es, frente a la violencia y la rebeldía, la encarnación de la República y la Patria. Luis Lucia."
Al poco, es detenido por sus propios compañeros republicanos y pasa toda la guerra incivil en la cárcel Modelo de Barcelona. Los franquistas al acabar la guerra lo condenan a muerte y sigue en la misma prisión en cadena perpetua. Al salir, poco antes de su muerte por un cáncer terminal, escribió: «Entré en la cárcel por no querer odiar y de la cárcel he salido, después de casi seis años, y pese a todo, sin haber aprendido a odiar».
No hay nada que celebrar en el recuerdo de una guerra, salvo casos como éstos de resistencia al odio.


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