viernes, 23 de septiembre de 2011

Con galletas

Estuve el pasado sábado en la inaguración de la nueva capilla anglicana de Villaescusa (Zamora). Fue un acto sencillo y emotivo. Cantamos himnos. Uff, pero qué mal nos salieron...

Yo no escuchaba nada el órgano, porque había mucha gente y estaba muy alejado. Muchas personas no se sabían la melodía, pero con buena voluntad intentaban arrimar el hombro, cantando...

De todos modos, ¡qué magia especial siguen teniendo esos himnos clásicos! De algún modo, nos transportaron a ese cielo que anhelamos. O, mejor dicho, nos lo trajeron aquí a la tierra, a pedacitos, en pequeñas dosis.

Dicen del póker que si jugar es la leche, ganar debe ser el colacao con galletas. Si la otra tarde los himnos clásicos nos trajeron un pedacito de cielo a Villaescusa, bien cantados creo que la Iglesia entera hubiera levitado.

PD: Aquí un artículo en inglés expresando de modo más sobrio lo que yo he querido expresar sobre el valor de los himnos:

http://www.holyrenaissance.com/Holy_Renaissance/Blog/Entries/2011/9/2_Hymns_are_actually_hip.html

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