miércoles, 5 de octubre de 2011

Mi hombre

Chris Christie, el último republicano moderado, ha arrojado la toalla en la carrera por la nominación a la Presidencia de USA. Mis amigos libertarios simpatizan con Ron Paul pero yo había puesto mis esperanzas en Christie.

Partidario de controlar el gasto pero consciente de la responsabilidad social de los gobernantes, respetuoso con las opciones vitales de cada cual, Christie estaba en la mejor tradición del republicanismo americano.

Ahora el sentido común se ha quedado sin portavoz. El suicidio del partido republicano parece evidente, enroscado en su propio extremismo, con candidatos que proponen fosos de caimanes en las fronteras y lindezas por el estilo.

Una desventaja para Christie era su peso. En un país de obesos, la obesidad sigue considerándose una evidencia de pobreza y fracaso. Los ricos son estilizados, tienen tiempo y dinero para comer en sus propias casas platos saludables. Los pobres se alimentan de grasienta comida basura a precios baratísimos, en grandes y rápidos bocados.

Christie formaba parte de ese 35 % de obesos y del alto porcentaje de personas con sentido común que conforman la sociedad americana. Asediado por las chanzas de los medios progres sobre su peso y receloso de los compañeros de viaje que le esperaban en un ticket republicano, ha decidido retirarse. Quizás dentro de cuatro años...De momento, tristemente, Obama.

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