lunes, 29 de abril de 2013

Deber moral

No me pude contener.

Estábamos celebrando un acto para orar por las autoridades de nuestra ciudad, con la presencia del alcalde y varios regidores.

Mi misión era cerrar el acto con unas palabras amables de despedida.

Me salió un alegato contra la inutilidad de la Iglesia y de los políticos si ambos nos olvidamos de los pobres.

Prometo que ni yo mismo sabía que iba a decir algo así. No sé si el arrebato fue obra del Espíritu o del "calentamiento global" al que estamos todos sometidos por esta crisis económica que parece no tener fin.

Luchar contra la pobreza y eliminar la miseria no son un programa eclesiástico ni un programa político. Son deberes morales que nunca deberíamos rehuir.

Más aún, los cristianos y los políticos seremos juzgados por lo que hagamos o dejemos de hacer con los pobres. Jesús así nos lo recordó. El bien o mal que les hagamos se lo estamos haciendo a Él, porque Él se identificó plenamente con  los que más sufren.

Hemos aprendido los cristianos a resistir las utopías totalitarias que prometen falsedades, pero debemos resistir igualmente el cinismo desalmado que nos mantiene en la inacción.

El filósofo Michael Novak nos dio buenas pistas sobre el camino a seguir: "Nunca seremos capaces de construir un paraíso en la tierra. ¿Qué podemos hacer entonces los cristianos? Construir instituciones que aseguren estas libertades fundamentales: la libertad política, la libertad de la pobreza y la libertad de conciencia, información e ideas ".

Nunca bajemos la guardia e invitemos a los políticos, tengan o no nuestras convicciones, a comprometerse con nosotros en el deber moral de reducir la pobreza y eliminar la miseria, para lograr una sociedad y unos ciudadanos más libres.



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