sábado, 28 de junio de 2014

Doce hombres sin piedad

Una de mis películas favoritas. Bueno, tal vez no sea muy cinematográfica porque la acción transcurre casi enteramente en una habitación de juzgado. Pero me da igual. Sigue siendo una de mis pelis favoritas.

Henry Fonda tiene una duda razonable, así que no puede condenar a muerte a alguien a quien todos los demás miembros del jurado ven como culpable. Vota inocente.

Podría haber quedado aquí, en minoría y testimoniando su negativa. Pero la decisión debe tomarse por unanimidad...

Así que al jurado número 8 solamente le quedan dos opciones: o cambiar su voto para que todo acabe o intentar contagiar su duda razonable a los restantes miembros del jurado, hasta lograr un veredicto unánime de inocencia.

Sí, una tarea ímproba... pero es lo que decide hacer.

Por supuesto yo no me creo el ombligo del mundo. Lo que yo pueda o no creer, lo que yo pueda o no hacer, tiene un efecto muy limitado. Pero me duele que en nuestros ambientes cristianos aún haya una abrumadora condena de la homosexualidad.

Yo tengo una duda razonable. Yo voto inocente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario