domingo, 6 de julio de 2014

Más como él

El sábado falleció Don Sebastián Rodríguez Gómez. De las pocas personas a las que el Don delante del nombre le sentaba bien. Muchos también le llamaban "el señor Rodríguez". La palabra "señor" también hacía justicia a quien él era: todo un señor, un caballero.

Gracias a D. Sebastián empecé a asistir a una Iglesia protestante. Le escribí y él se encargó que alguien me visitara y me hiciera llegar buena literatura evangélica. Literatura también con mayúsculas, no simples folletitos.

Cuando empecé a asistir a la Iglesia presbiteriana de mi ciudad todos sus miembros tenían los cabellos blancos o ya no tenían cabello. Así que al recibir una invitación para una convivencia de jóvenes no lo dudé ni un momento.

Como yo no sabía si el lugar de celebración era frío o caluroso, me presenté al punto de encuentro para partir en autobús con mi ropa más veraniega. Al poco escuché detrás de mí la voz del señor Rodríguez preguntándome: "¿No trae usted una buena chaqueta para la convivencia? ¡Va a pasar frío!" Se metió en su casa y salió con una chaqueta que me hizo poner allí mismo.

Ni que decir tiene que yo me pasé toda la convivencia con la chaqueta puesta, entre tímido y agradecido...

Don Sebastián, pastor presbiteriano, estaba casado con una fiel anglicana y era suegro del obispo anglicano de Madrid. Por ese vínculo y por el respeto y aprecio que le tenía, le pedí que fuese el predicador en mi boda.

Tengo impreso su sermón, que me envió días antes para que yo pudiera meditarlo y comentar cualquier cuestión que me suscitara. Rescato ahora algunas de sus ideas más emblemáticas:

"Cuando el miedo nos agarrota es porque cerramos los ojos a las posibilidades Divinas. Entonces vemos fantasmas donde no los hay.

La dificultad para el creyente es un estímulo, no un impedimento. El peligro no está en los obstáculos, sino en la apatía, el fatalismo, el miedo, el conformismo, la indiferencia. Todo lo contrario a la fe que es la convicción de la plena dependencia de Dios y la seguridad de su Misericordia"

Ahora D. Sebastián está ya gozando plenamente de la Misericordia de ese Dios al que amó y sirvió. Ante su ausencia no puedo evitar pensar que ojalá hubiera más pastores como Él.

En tu Misericordia Señor, danos más pastores como D. Sebastián. 

Amén.


(D. Sebastián Rodríguez predicando en mi boda) 

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