sábado, 1 de agosto de 2015

In memoriam

Algo se vuelve clásico cuando coincide con la imagen ideal que tenemos de las cosas.

Por ejemplo, el Partenón es todo un clásico porque cuando pensamos en columnas se nos viene a la mente la figura de un templo griego sobre un monte.

La 5ª sinfonía de Beethoven lo es porque la música que viene a nuestra mente cuando pensamos en una orquesta sinfónica es ese inolvidable "tatatachán".

Para todos los que fuimos sus alumnos, profesor-profesor, lo que se dice un maestro de verdad, lo era el profesor Cosials; todo un clásico.

Si se espera de un maestro que sea un buen pedagogo, que contagie el amor por la cultura y el aprendizaje, y a la vez que sea un buen mentor y consejero en la aventura de la vida, todo eso lo cumplía sobradamente el profesor Cosials.

Además, daba su tiempo a la educación más allá de los límites de una jornada laboral standar, promoviendo el teatro entre sus alumnos, el cine-club, la creación literaria, la música...

No tengo ni idea de cómo se las habría apañado para que la actual generación se interesase por el visionado de "Fresas Salvajes", pero seguro que lo habría conseguido, como lo consiguió con nosotros.

La historia de Bergman sobre el viejo profesor que se reconcilia con la vida era una de las películas favoritas del señor Cosials.

En una de sus escenas, la del almuerzo, se puede escuchar este poema:

¿Dónde está el amigo que busco por doquiera?

Cuando apunta el día 
mi inquietud también aumenta,
cuando el día muere lo busco todavía.

Aunque el corazón me abraza
yo voy siguiendo sus huellas
en cualquier brote de vida,
el aroma de la flor,
la esbeltez de la espina;
en el suspiro que lanzo
y en el aire que respiro
está presente su amor
y oigo cantar su voz en el viento...

Ayer ese Amigo llamó al profesor Cosials a su hogar definitivo, añadiendo a su biografía el sello que hace incuestionable su condición de clásico; la inmortalidad.

Gracias profesor Cosials por tanto.






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