martes, 29 de abril de 2014

La melena de Maureen

La belleza legendaria de Maureen O'Hara la hizo ser conocida como "la reina del technicolor". Su cabellera pelirroja reinaba en las pantallas de todo el mundo en los años cuarenta y cincuenta. Una de sus interpretaciones más celebradas fue "El hombre tranquilo", junto a John Wayne.

Mujer de fuerte temperamento, se cuenta que tuvo que repetir una escena numerosas veces, ante el creciente nervisosismo de John Ford que no paraba de gritar y ordenar repetir la toma. El problema era el fuerte viento, que hacía que la melena de Maureen se metiera dentro de su boca y le impidiera decir correctamente su diálogo. Harta de las reciminaciones de Ford, la simpar Maureen estalló: "¡Es por el pelo!, ¿pero qué sabrá de esto un hijoputa calvo como tú?". Después de un tenso silencio, John Ford estalló en carcajadas y la cosa se recompuso.

Me vino a la mente esta anécdota pensando en cómo lo mejor que tenemos nos puede resultar perjudicial. La maravillosa melena de Maureen le impedía rodar una escena ventosa. Las fuerte convicciones religiosas de un pueblo le impiden despertar. Estoy pensando en Arabia Saudí.

Yo mismo soy una persona religiosa. Es decir, tengo un deseo de conectar con lo trascendente, de re-ligarme a algo más allá de lo pasajero. También es un fiel creyente Raif Badawi. Pero al bueno de Raif se le ocurrió abrir un blog en su país natal con el nombre de "Free Saudi Liberals". Pretendía debatir sobre asuntos religiosos y políticos. El resultado: una sentencia de 7 años de prisión y la condena a recibir 600 latigazos. Su esposa y sus tres hijos han tenido que huir de Arabia Saudí y se han refugiado en el Líbano. "Es como si todos estuvieran contra ti" declaró su esposa Ensaf a la CNN. 

Las fuertes convicciones religiosas de los saudíes se han vuelto contra ellos y les impiden pensar. El fanatismo se ha apoderado de sus mentes y de su sistema político. Raif Badawi ha tenido la osadía, desde sus propias convicciones como musulmán, de plantear que la religión puede ser enfocada críticamente aún por las mismas personas que la profesan; pero esto parece ser motivo de escándalo para muchas mentes estrechas.

El pueblo saudí debería recoger ese guante lanzado por Raif. Demasiado invierno para un país donde el sol brilla radiante. Es tiempo que la primavera árabe también les alcance. Si la religión nos ata con pesadas cadenas, ¿cómo volaremos al encuentro con lo trascendente?

Si este fin de semana estás cerca de Madrid, te animo a que vayas a la concentración frente a la embajada de Arabia Saudí (sábado 3 de mayo, 17.30 h. calle Doctor Álvarez Sierra, 3). Por Raif y la libertad.

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