lunes, 10 de septiembre de 2012

Por qué no soy independentista (aún)

Mañana en mi país, Catalunya, se celebra su fiesta principal, la Diada. En ella se recuerda un momento histórico trágico (1714) de pérdida de libertades, y se aprovecha para reivindicar.

Este año parece que las principales voces sociales clamarán por la independencia de Catalunya y su separación del resto de España.

La reivindicación de un Estado propio para Catalunya ha ido creciendo en los últimos años y, aunque aún no es mayoritaria, parece que va camino de llegar a serlo algún día.

Yo no estoy a favor.

No son motivos románticos, ni nacionalismo español, ni nada por el estilo; tengo al menos tres motivos, para mí de más peso.

Primero, no quiero para Catalunya un ejército. Tristemente, todos los Estados (excepto Costa Rica) tienen ejército propio. No quiero entrar en ese juego macabro en el que se entierran cantidades ingentes de dinero en armas.

Segundo, no quiero que se cree un Banco Central en Catalunya. Históricamente estos bancos se crearon para controlar la emisión de moneda (o sea, para emitir más moneda cuando conviene al gobierno de turno) y específicamente para prestar al gobierno el dinero necesario para iniciar una guerra. Aunque algunos países, como Panamá, nunca han tenido Banco Central, la mayoría de Estados independientes ceden a la tentación de crear su propio banco.

En tercer lugar, no quiero depender aún más energéticamente de dictaduras (sean de izquierdas, de derechas o islamistas). Catalunya necesita energía para funcionar y actualmente es dependiente en casi un 90% Mientras reciba energía del resto de España, puede mantener su propia voz. Pero si dependiera directamente del petróleo chavista o del gas de Gazprom (o sea, Putin), seríamos otro Estado hipócrita más, al que le importarían un pimiento los derechos humanos de los habitantes de países exportadores de energía.

Es decir, no quiero la independencia si es solamente un mero cambio de dependencia: de Madrid a Barcelona, con los peajes habituales en Moscú y Caracas, y el mismo militarismo, mercantilismo, etc.

Pero... ¿y si renunciásemos a tener ejército? Don Pepe Figueres, presidente de origen catalán, abolió el ejército en Costa Rica...

¿Y si nos olvidáramos de la idea de tener un Banco Central? Panamá, que jamás lo ha tenido, se ha mantenido en los últimos 20 años con una inflación que no ha superado el 1%...

¿Y si aprendiésemos de Ucrania y construyésemos en 30 meses 20 centrales de energía solar?

Por desgracia, estos temas no están aún en el guión del discurso independentista, monopolizado por el sentimiento nacional y la justicia fiscal.

Pero si algún día formasen parte de su agenda entonces no tendría demasiados reparos en tachar el NO del título de este post.





3 comentarios:

  1. Luego tenemos los catalanes la fama que tenemos de movernos sólo por la pela...

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  2. Claro, por eso propongo sacar el debate de entre ese emparedado de emocionalismo e interés económico, y abordar otros temas que tengan que ver con valores y modelo de sociedad: si queremos tener ejército, usar energías renovables, etc.
    Gracias por tu mensaje!

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  3. Esto ya me va gustando más: http://sociedad.e-noticies.es/catalunya-haria-como-costa-rica-67909.html

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