martes, 5 de febrero de 2013

Bailando con Kim Novak

Cuando visité por primera vez Estados Unidos, mi futuro suegro me llevó a una cita extraordinaria. Yo no sabía muy bien a dónde íbamos pero le seguí la corriente.

Entramos en una cafetería y, pese a mi torpe inglés, pude entender perfectamente: íbamos a conocer a la camarera más sexy del Estado de Iowa.

Desayunamos opíparamente unas raciones de tortitas con jarabe de arce y otras ambrosías típicas de la dieta USA.

Cuando ya nos disponíamos a salir, me hice entender para reclamar la presencia de esa camarera tan sexy. O se había retrasado o no había acudido a trabajar ese día, pero el caso es que yo no había visto ninguna sex symbol sirviendo café y tortitas a los granjeros.

Mi suegro me señaló un recorte de prensa enmarcado y colgado en la pared. Allí se explicaba cómo una joven de Manchester (Iowa) había sido elegida la camarera más sexy de todo el Estado. El recorte estaba amarillento a pesar de haber sido enmarcado, porque la fecha del periódico era... ¡de sesenta años atrás!

La dulce viejecita que nos había servido el desayuno y en la que apenas había reparado era la camarera más sexy de Iowa, sí, pero su título lo había ganado ¡antes que los japoneses bombardeasen Pearl Habour!

He recordado esta anécdota al empezar febrero, cuando la única sex symbol sobreviviente de la época dorada de Hollywood está a punto de cumplir 80 años.

Seguro que conocerla ahora, cuando tiene tantas historias que explicar sobre una vida entera dedicada al  cine y el espectáculo, debe ser fascinante; pero a mí me hubiese gustado ser William Holden para ir de picnic y bailar Moonglow con la Reina de Neewollah.

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