miércoles, 13 de agosto de 2014

Te quisimos

Aunque era un sesentón, no creo que llegase a metro y medio de estatura. Una enfermedad infantil había detenido su crecimiento. Anastasio Serrano fue una de las personas que más marcaron mi infancia y, bueno, mi vida.

Era hermano de mi abuela. Un gran jugador de billar. Votante de D. Landelino Lavilla.

Una tarde de domingo decidió arrojarse a la vía del tren y acabar con su vida. Y tal como lo decidió, así lo hizo.

No recuerdo tal acumulación de hipocresía en mi familia como la registrada en los días posteriores. Bueno, y bien mirado, en los precedentes.

Todos nos comportamos como si aquello que había pasado fuera la cosa más sorprendente del mundo. De hecho, parece lógico colofón a los meses previos, cuando los intentos de Anastasio por compartir sus angustias nos entraban por un oído y velozmente nos salían por el otro.

No es que fuésemos mala gente. No sabíamos cómo ayudar y no teníamos el coraje para aprender a hacerlo, así que preferíamos ignorar. Con educación, haciendo como el que escucha, pero ignorando. Creo que Anastasio se dió cuenta.

Me vienen de nuevo todos estos pensamiento a la mente al hilo del suicidio del cómico Robin Williams.

Mi primer contacto en la infancia con la palabra "suicidio" fue la noticia de la muerte de otro cómico, el payaso Nolo Tonetti.

Recordando estas muertes de cómicos, una persona muy cercana me ha preguntado hoy, aun herida: "¿Por qué no saben que los queremos tanto?"

No estoy seguro que no lo sepan. Pero quizás amar a alguien no sea siempre suficiente para lograr retenerlo. Hay que dejarlos ir con respeto. Con rabia, pena, culpa o lo que se sienta, pero con respeto para su marcha.

Cuando falleció Anastasio Serrano me replanteé algunas cosas. No diré que me volví mejor persona, porque sería sencillamente una mentira, seguí con mis mismos vicios y pecados. Sin embargo, pensé que debía preocuparme sinceramente de las historias que otros me cuentan. Sueños, alegrías o tristezas.

No tengo tanto amor para retener a nadie en este lado. No me creo un supermán.

De hecho, ni siquiera mi imperfecto amor ha servido para retener a mi lado a alguna de las personas que más amo, así que ya ves...

Tampoco quiero expiar ninguna culpa personal, eso ya lo hizo Jesús por mí y para mí.

En realidad, sólo aspiro a ser un poco menos hipócrita.

Dándome a mí mismo permiso para atreverme a amar de verdad a las personas con las que me relaciono, pese a los errores de ayer o la incertidumbre del mañana.


Dedicada para un genio como Robin Williams, esta canción de otro genio: Bambino.

Nos vemos en el cielo Robin, y mil gracias por las risas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario