miércoles, 6 de octubre de 2010

Amigo, el mayor título

Estos días la Edad Media me persigue. En mis clases de refuerzo en los institutos me ha tocado explicar el inicio del feudalismo a los muchachitos más jóvenes. Ha sido divertido hacerlo: historias de invasiones vikingas, castillos, nobles ambiciosos, reyes venidos a menos, campesinos en busca de mejor fortuna... Para colmo, ya he atravesado el ecuador del libro más vendido últimamente por estos lares, "Los pilares de la tierra". Estoy deseando saber si por fin construyen la dichosa catedral y se relajan un poquito todos.

Quizás por eso me ha impactado volver a leer las palabras de Jesús a sus amigos: "Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre". La mayor dignidad que Jesús es capaz de conceder no es otorgar a alguien el tìtulo de caballero sino llamarle amigo. Lo reafirma cuando dice que piensa llamar amigos a quienes hagan todo lo que es debido. Ni reyes, ni príncipes, ni marqueses: amigos.

La verdad, tampoco a mí se me ocurre un título más grande para alguien que llamarle amigo, ni mayor dignidad para uno mismo que saber que otro te considera su amigo.

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