viernes, 11 de marzo de 2011

¡El mar, idiota, el mar!



Hace 25 años se disolvía el más famoso grupo de payasos del último tercio del siglo XX en España. Con la marcha de Gaby, los Payasos de la Tele dejaban de existir.

Pero ¿hay alguien que no los recuerde? Incluso quienes no los vieron actuar parecen recordarlos.

Sin duda alguna, Gaby fue siempre mi preferido. No sé muy bien porqué.

Me ocurría también cuando iba al Circo Atlas a ver a los Hermanos Tonetti. Desde luego que me tronchaba con las ocurrencias de Pepe, pero siempre admiraba más la paciencia de Nolo y cómo le reía las gracias a su hermano.

Algo tienen los carablancas, los "serios", que me ha hecho siempre identificarme con ellos. Eso de mantener el tipo siendo objeto de todos los desmanes de sus compañeros, ese reírse seriamente de la seriedad, lo fuera de lugar que están al aparentar normalidad en el dislocado mundo de la pista... Siempre me sentí cómplice de esa actitud.

Por demás está decirlo: amo a los clowns.

Los hijos de Gaby siguieron haciendo reir. Han sido y son, con todas las letras, unos auténticos payasos.

"Qué orgullosa me siento de ser así", canta Lara homenajeando a su padre.

Los Gabytos llegaron a las pistas del circo y los platós de televisión de la mano de su célebre padre y cuando Gaby se fue al cielo con Fofó continuaron su camino.

Estas Navidades estuve a puntito de oficiar un bautismo del que era madrina la hija de Gaby, Lara Aragón, en la pista del circo. Me hubiese hecho una ilusión tremenda, pero compromisos familiares me lo impidieron.

Cuando sentí la llamada al sacerdocio, siempre soñé con poder ser útil a la gran familia del circo.

La Iglesia anglicana en la que fui ordenado sacerdote se muestra orgullosa de haber tenido entre sus fieles a grandes artistas. Sin ir más lejos, el fundador del famoso Circo Price, Thomas Price, fue activo miembro en la Catedral anglicana del Redentor en Madrid. El obispo Carlos exhibe con orgullo las referencias y anotaciones de la presencia de Price en los libros y registros de la catedral.

Ojalá vuelva a surgirme la oportunidad de servir a los hombres y mujeres del circo, que tanta felicidad me dieron en una infancia de sueños de charivari. Sería un privilegio hacer parte del camino a su lado.

En los días oscuros de preocupaciones banales (pero capitales), como son llegar a fin de mes, pagar las tarjetas o la hipoteca, no dejo de acordarme de la cita del gran cronista del circo Sebastià Gasch:

"¿Por qué hay tanta gente, me digo, sentada en las gradas de ese circo? Sin duda, porque todos ellos son unos timoratos que guardan en su corazón la nostalgia de todo cuanto no han osado emprender con audacia. Uno tiene la sensación de que ellos anhelan exteriorizar súbitamente su personalidad y dejar de estar anclados en su rutina."

Amén.

(Gaby, Fofó y Emilín - 1939)

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