sábado, 14 de mayo de 2011

Gato por liebre

Los sobreentendidos en política están muchas veces reñidos con la realidad y muchas veces son interesados. Cuando en USA fue elegido presidente Barak Obama, muchos medios se refirieron a él como "sucesor" de Martin Luther King, "hijo" suyo o "continuador" de su obra.

Difícilmente el Dr. King hubiese apoyado la plataforma política de Obama, pues con excepción de su origen étnico y su sensibilidad hacia el tema de los derechos civiles, las preferencias partidistas de ambos fueron diferentes. 

MLK fue siempre un republicano convencido, como lo fueron la mayoría de ciudadanos negros estadounidenses hasta mediados de los años 60. El Partido Republicano surgió para derrotar la esclavitud, fue el partido de Lincoln y el impulsor histórico de los derechos civiles (incluso de la discriminación positiva).

Al doctor King le tocó bregar con presidentes demócratas como Kennedy o Johnson, que a regañadientes aceptaron sus victorias, temerosos de perder su base electoral racista en los estados del Sur. 

Andando el tiempo, el Partido Republicano fue siendo devorado por conservadores meapilas (cuando no fanáticos religiosos) y populistas patrioteros, alejándose de su electorado negro, que vio más atractiva para sus intereses la política de subvenciones y servicios sociales impulsada por los demócratas. 

Con qué ligereza en política se hacen asociaciones de ideas olvidando los hechos de la Historia. 

Hoy existe un renovado interés de parte republicana por acercarse a la población negra estadounidense y explicarle que los valores de libertad y responsabilidad tradicionalmente defendidos por los republicanos pueden hacer más por ellos que las políticas socialdemócratas y clientelistas. No sé si lo conseguirán.


En todo caso, he recordado todo esto viendo cómo se vilipendia en mi país cualquier iniciativa política que se presente públicamente como "liberal". El padre jesuíta Jerónimo de Ripalda, en su conocido Catecismo de 1927, proclamó que el liberalismo era un "pecado gravísimo". Casi un siglo después, parece que la palabra siga maldita. 


Se habla de liberalismo como coartada para recortes sociales, se la asocia a conservadoras recalcitrantes como Esperanza Aguirre o a populistas agresivos como Jiménez Losantos. 


¿Quién recuerda que fueron liberales quienes iniciaron el parlamentarismo en España, la modernizaron, proclamaron leyes de libertad religiosa, consiguieron el sufragio femenino y se atrevieron a ensayar nuevas formas de organizar el Estado (república, Estatutos para las diferentes naciones, etc.)?


Ser liberal es procurar una sociedad libre y virtuosa, con respeto a la diversidad y confianza en la creatividad de cada persona. Que nadie nos dé gato por liebre.



No hay comentarios:

Publicar un comentario