Uno de los malos tragos más recurrentes de mi vida son las sesiones de evaluación. Consisten en reuniones de profesores para compartir las calificaciones que les han puesto a los alumnos y decidir modificaciones de última hora antes de imprimir los boletines de notas.
¿Ustedes han visto "12 hombres sin piedad"? Cada vez que tengo que asistir a una de esas reuniones me invade una sensación de "número 8", el personaje de Henry Fonda. En el juicio que hacemos a nuestros alumnos, veo más y más un juicio al propio sistema.
Sí, el sistema está obsoleto y falla. El sistema no es inocente. Los alumnos pasan más y más horas en la escuela y aprenden menos. Algo (quizás todo) falla.
¡Cuántas veces he tenido que escuchar tópicos como "todo lo que hacemos como profesores siempre es útil para el alumno, siempre sirve de algo"! O este hipócrita lamento, aún peor si cabe: "Nosotros no podemos cambiar el mundo"...
Creo que este sistema obsoleto perjudica en gran medida a los alumnos pero, no en menor grado, perjudica también a los profesores. Nos lleva a servirnos a nosotros mismos, a despersonalizarnos y a justificar como inevitables los peajes que pagamos para seguir haciendo rodar todo el engranaje.
Alvin y Heidi Toffler llevan años clamando por empezar de cero y repensar de qué estamos hablando cuando hablamos de educación. Les invito a escucharles y reflexionar sobre ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario