lunes, 31 de diciembre de 2012

Valores liberales (II) : Dalí, ese atleta

Vivimos tiempos surrealistas (y peligrosos).

El Estado y los poderes públicos han extendido su presencia a través de todas las áreas de la vida con la promesa de protección, estabilidad y bienestar para todos.
Sin embargo las bolsas de pobreza siguen creciendo y la desconfianza se ha apoderado del alma de la población.
Muchos son los que dan la espalda a la política mientras otros apoyan versiones de políticas fracasadas revestidas de extremismo.
El lema “No Future” parece una broma comparado con nuestro actual “No Present”.
 ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
A tiempos surrealistas, maestros del surrealismo que nos ayuden a entender.
En 1950 uno de los programas de mayor éxito en la televisión norteamericana recibía a Salvador Dalí: “What’s My Line?”
El concurso consistía en acertar con los ojos vendados el nombre del invitado. Cuatro probos ciudadanos formulaban a ciegas preguntas a Dalí, tratando de descubrir su identidad.
El problema era que Dalí no se dejaba atrapar.
Para poder aproximarse hacia la personalidad del invitado, la clave era acotar al máximo el área en la cual el personaje ejercía su actividad.
Cuando preguntaban a Dalí por cualquier área u ocupación, el artista siempre contestaba afirmativamente.
El presentador se las veía y se las deseaba intentando reconducir la situación, puntualizando, buscando encasillar al personaje con sus comentarios… pero no había nada que hacer: Dalí se consideraba competente y pertinente en cualquier área por la que se le preguntase.
-          “¿Está implicado usted en el deporte o el atletismo?”

-          “Yes!”
Dalí era un genio, eso está claro. El Estado no lo es.
La desmedida con la que el Estado busca promover el bien común causa su propia ruina. Es un sueño imposible convertido en pesadilla.
Ninguna creación humana puede ser competente ni efectiva en todas las áreas de la vida. Si las personas lo creen posible, malvenderán su libertad y dimitirán de su responsabilidad.
Ante la duda, acúdase a la Historia.
Nada más urgente en estos tiempos surrealistas que voces que apelen por una vuelta a la racionalidad y al ejercicio del sentido común para remontar nuestra caída en picado.
Para genialidades, siempre nos quedará Dalí.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario