lunes, 5 de mayo de 2014

Dictando cultura

Mañana miércoles un grupo de selectos políticos del Parlament catalán van a iniciar los trámites para prohibir el circo en Catalunya.

Bueno, ellos dirán que están prohibiendo simplemente el "circo con animales" pero no es verdad. En la definición de la palabra CIRCO que aparece en todo diccionario dice que se trata de un espectáculo CON animales.

Claro está que el propio circo puede presentar una producción que no incluya animales pero eso debe ser una decisión artística, no política.

¿Por qué algunos políticos han decidido meterse a programadores de espectáculos? Pues sí, para darse el gustazo de prohibir y decirnos a los ciudadanos qué podemos y qué no podemos ver.

A muchos políticos les gusta diseñar la cultura a su estilo. En eso coinciden cierta derecha y cierta izquierda. Les molestan los espectáculos populares con olor a serrín, sudor y tigre."¡Que prescindan de los animales!", claman. Y argumentan tener tras de sí una "nueva sensibilidad" (que no parece ser tan mayoritaria cuando debe imponerse por la fuerza).

Como escribió irónicamente George Orwell, ocurre que "en el marco de un asunto importante, siempre hay aspectos que nadie desea discutir". Así que nadie espere que se hable estos días de si es cierto o no que en el circo se maltrata a los animales, ni que se discuta una normativa exigente para su bienestar, etc.

Unos políticos exquisitos han decretado la sentencia de muerte del circo y su substitución por lo que a ellos les parece que debe ser la forma correcta de hacer cultura y espectáculo en esta nueva Catalunya. Punto.

Sólo un acto de rebeldía puede salvar al circo. La rebeldía de aquéllos que renuncien a tratar a sus iguales con paternalismo, como si los ciudadanos de a pie fueran seres inferiores, y se nieguen a sumarse al discurso del Big Brother. ¿Veremos eso en el Parlament o asistiremos a la entronización del cerdo emperador?


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