lunes, 1 de octubre de 2012

Sobrepasando

Jesús sanó a un enfermo en sábado. Ése era el día de reposo para las personas religiosas en la sociedad judía.
Cuando Jesús fue cuestionado, preguntó: "Y si tu burro cae en un pozo en sábado, ¿lo dejas allí?"
No, evidentemente.
El interés se anteponía a la religiosidad.
El burro era una herramienta de trabajo, el coche de su tiempo.
La propuesta de Jesús es lógica y radical: si tú aparcas tus preceptos religiosos cuando tu interés está en juego, permite que otros los sobrepasemos cuando se trata de misericordia.
Jesús no se siente limitado por la religiosidad de la época cuando desea expresar misericordia y amor.
Él ama a la humanidad sábado, domingo y los días de diario.
La religiosidad puede ser limitadora si se convierte en un sofá en lugar de un trampolín.
Repitiendo domingo tras domingo el ritual de la reconciliación con nuestros amigos, olvidamos que somos llamados a vivir esa reconciliación con nuestros enemigos.
No es con tu compañero de banco en la iglesia con quien debes hacer la paz, sino con el vecino al que dejaste de hablar y al que consideras poco menos que tu enemigo.
Ve a buscarlo fuera.
Haz el bien a diario.
Que tus acciones dejen a la religión pequeña y engrandezcan al Dios que es amor.




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